Con la retirada de las mascarillas definitiva en nuestro país, cerramos finalmente esta pandemia mundial causada por el COVID-19.
Todo empezó en marzo de 2020, cuando llegó el virus COVID-19 a Europa y comenzaron las restricciones de movilidad y la saturación en los hospitales de todo el mundo, algo que volvió realidad una situación difícil de creer.
En abril de 2020 el ministro de Sanidad, Salvador Illa, declaró el uso obligatorio de la mascarilla en espacios cerrados y exteriores.
Desde ese momento estuvimos dos años sufriendo un virus que afectó a millones de personas con contagios, muertes y otros impactos como el parón de cualquier movimiento o servicio, pausando así la economía mundial.
Dos años después, tras varios rebrotes e intentos de normalizar la vida social sin éxito en varios casos, podemos por fin ver la salida a esta etapa dura que ha removido al mundo.
Desde los meses de verano de 2021 todo ha ido volviendo a la normalidad poco a poco, quitando las restricciones de movilidad, permitiendo a las empresas recuperar la estabilidad económica en la medida de lo posible, pese a tener las mascarillas en interiores.
Desde el 20 de abril oficialmente ha dejado de ser obligatorio el ir con mascarillas en exteriores e interiores en España, la última restricción que quedaba, a excepción de los centros sanitarios y los transportes públicos.
El paso definitivo para volver a la normalidad de antes de esta pandemia mundial parece que ha llegado, pero ahora nos toca averiguar cómo se adapta la población a este cambio tras dos años. La mascarilla, pese a protegernos, tenía varios lados sociales negativos, entre ellos el hecho de que suponía una barrera para la comunicación, pero también servía para cosas como evitar la gripe y las alergias.