Un trabajo del departamento de arte de SIT Spain
La Academia de Bellas Artes de San Fernando posee una de las principales colecciones artísticas de España. Entre Rubenes, Zurbaranes, Murillos y Ghirlandaios, la institución conserva en su sede madrileña una extensa e interesante colección de vaciados en yeso que sirvieron para su copia por parte de los estudiantes de dibujo en el siglo XVIII, influyendo fuertemente en el arte del periodo. De entre estas piezas sobresalen, por su monumentalidad, calidad y valor documental, las imágenes de Hércules y Flora Farnese que actualmente jalonan el acceso de los visitantes al museo.
Ambas imágenes guardan tras de sí una azarosa historia que se inicia en el segundo viaje de Velázquez a Roma, cuando el pintor de su majestad mandó a Cesare Sebastiani calcar los originales romanos (siglo III) hallados en las Termas de Caracalla. Esta copia fue enviada de manera seccionada al puerto de Valencia vía marítima y de allí al Alcázar de Madrid, donde las 24 cajas de madera rellenas de serrín y paja –para amortiguar los golpes– fueron abiertas y la imagen del semidiós armada y ensamblada sobre un alma metálica por Girolamo Ferreri e instaladas en la Galería del Cierzo. Donde permanecieron como parte de la decoración hasta 1744 –sobreviviendo al desafortunado incendio una década antes– cuando fueron trasladadas a la Casa de la Panadería, en la Plaza Mayor y al Palacio de Goyeneche para uso y disfrute de los académicos y su alumnado.
Esta semana se ha vuelto a escribir un nuevo capítulo de la azarosa vida de estas piezas colosales. Con motivo de unas obras en la calle Alcalá han dejado su emplazamiento habitual para ser trasladadas, temporalmente, al patio interior por motivos de conservación preventiva. El equipo de Arte de SIT –bajo la experta coordinación de Carolina Beltrán y la dirección de Juan Clemente Soria– ha sido el encargado de llevar a cabo este transporte de apenas 50 metros, pero muy complejo dada la delicadeza del material, su peso (ronda los 2.500 kilos) y su diversa composición.
No es la primera vez que la academia pone en nuestras manos el Hércules Farnese. Ya en 2006 fue desmontado del hall –después de dos siglos–para proceder a su restauración. En aquella ocasión se trató de una labor mucho más minuciosa en la que hubo de separarse la obra de la peana con un trabajo de ‘cirugía’. Si bien a su vuelta quedó perfectamente preparado y mecanizado para su movimiento más cómodo y seguro.
Y es que toda la cautela es poca para estas piezas pues, más allá de su belleza o connotación histórica, ambas esculturas son documentos vivos, testimonios de cómo fueron sus originales en otros tiempos. En el caso de Hércules porque conserva las piernas que diseñó Guglielmo della Porta –bajo la supervisión de Miguel Ángel– para completar el hallazgo en el siglo XVI, y que posteriormente retiradas al encontrarse las originales. Y en el de Flora porque mantiene una corona vegetal en la mano izquierda que fue sustituida en el original por un bouquet en 1819.
Por todo ello, este ha sido un trabajo muy especial para SIT.